23 de julio de 2008



Redacted
Dirigida por Brian De Palma



En los años 80, Brian De Palma prácticamente no dio paso en falso (salvo por Wise Guys, una cinta estimable, pero menor) comenzando la década con el tour de force que es “Dressed to Kill” - con su fuerte influencia del giallo italiano y la indeleble imagen de un trasvestido Michael Caine – y de ahí en adelante una cuenta de perlas, en la que no hay desperdicio: Blow Out, Scarface, Body Double, The Untouchables y Casualties of War. Aunque De Palma nunca ha estado ajeno a las críticas ácidas y malintencionadas, que lo descalifican como un mero copiador de estilos (de su admiración por Hitchcock, sus películas se nutren desvergonzadamente; también de Antonioni y otros), su cine en esos años poseía ese aliento personal que, inconfundiblemente, identifica al cine de autor. Un cine que, en su caso, provoca sensaciones incómodas; de psicologías traumadas, a ratos dementes. De violencia y actos brutales. Pero, sobre todo, un cine teñido de una sensación de amargura y futilidad existencial que lo hacían tremendamente humano.

Con la llegada de los años 90, la situación cambió. Las películas que se estrenaron bajo su firma se volvieron irregulares, cuando no fallidas. Comenzó la decada con la muy vilipendiada adaptación de La Hoguera de Las Vanidades de Tom Wolfe y acto seguido intentó banamente recuperar su gloria con Raising Cain. El resultado fue una cinta alambicada y demasiado dependiente de sus muestras de maestría técnica. Recuperaría, aunque brevemente, su pulso maestro con Carlito´s Way, un sentido relato de la decadencia de un gangster y su fútil intento de escapar de su destino y que es la mejor cinta que De Palma dirigió en la década pasada. Desde entonces, sólo Mission:Impossible le ha granjeado las mieles del éxito. Y más que nada por su multimillonaria respuesta comercial. Como cine, es un De Palma en piloto automático, subordinado a la gloria de Tom Cruise, quien llevaba las riendas de aquel proyecto. Similar suerte tuvo Snake Eyes, esta vez con Nicolas Cage comiéndose la pantalla. Afortunadamente, este film tenía cierto vigor narrativo y la puesta en escena, como en los mejores años de este director, era deslumbrante en su pirotecnia técnica.

Me avergüenza confesar que luego de sufrir con Mission to Mars, la cinta con que De Palma despedía el siglo pasado, simplemente perdí la fe. Y dejé de ver sus películas... Por eso, cuando Redacted se estrenó, no me tomé la molestia de verla en una sala de cine y he esperado a la edición del dvd para revisar la película.

Se trata de una dramatización/ficcionalización de un suceso real que fue convenientemente encubierto por el ejercito americano mediante la práctica del redacted, es decir, entregar una versión abreviada y manipulada de un suceso, de manera que su conocimiento público no afecte ni la imagen ni las operaciones de su aparato militar. La futil muerte de un compañero de armas sirve de detonante para que un grupo de soldados se tomé una inutil venganza contra una chica iraquí, a la que violan y luego dan muerte junto a toda su familia. Las posteriores tensiones internas dentro del grupo para que el suceso no llegue a oidos de sus superiores y la represalia de los insurgentes que no tarda en llegar supone el grueso del relato. Y, de paso, De Palma pone en evidencia el absurdo callejón sin salida en que se ha convertido la ocupación de Irak.

Los puntos de contacto con Casualties of War – film que el propio De Palma dirigiera en 1989 - son evidentes, siendo la única distinción que estén ambientadas en conflictos bélicos distintos. En ambos casos, vemos comos unos soldados violan a una chica y las posteriores consecuencias que el crimen tiene sobre los personajes. Sin embargo, allí donde Casualties of War era una película técnica y narrativamente pulida, aquí De Palma ha apostado por un estilo de pastiche multimedia para narrar la historia. El resultado es un estilo visual que imita la inmediatez del video domestico y los formatos web. Cuando no estamos con los soldados mediante la cámara de video o el circuito cerrado de televisión de la base militar, vemos en pantalla video feeds “sacados” de internet, tanto de familiares de las tropas americanas – en este caso, la esposa de uno de los personajes - como de las fuerzas insurgentes iraquíes. También se nos presentan reportes televisivos iraquíes en vivo, incluso algunos fragmentos de un supuesto documental francés sobre la presencia estadounidense en Irak. Con este abanico de puntos de vista, se va conformando un mosaico de viñetas mediante los cuales nos vamos enterando de los hechos del caso en cuestión.

Sorprende que De Palma renuncie de manera tan radical a su definido y meticuloso estilo visual para presentarnos este seudo reportaje verité. Mucho tienen que ver, quizá, sus propios puntos de vistas personales sobre el tema, puesto que ha escogido trabajar con un presupuesto limitado, con actores desconocidos y supeditado a un trabajo de cámara en base a aparatos de video HD (el film está financiado por HDNet, un canal de cable) con tal de narrar su historia. En ese sentido, se respeta la opción de De Palma. Pero, estéticamente, le han traicionado las reglas de su propio juego. La puesta en escena de algunas secuencias resulta patentemente falsa. Las cortinillas de transición de la cámara de video muchas veces estropean la tensión dramática y algunos segmentos se ven perjudicados por las interpretaciones de los actores, que a ratos parecen principiantes de una escuela de teatro. A pesar de que los distintos segmentos están hábilmente intercalados, de manera que el interés del espectador no mengüe, el conjunto adolece de una estructura narrativa más cohesiva. Es una cinta, en definitiva, cuya efectividad viene dada más por aquello que nos recuerda – los verdaderas grabaciones de video disponibles en internet, la furtiva postura de la maquinaria militar y política estadounidense – que por sus intrínsecas cualidades como cine. No deja de ser significativo que me haya sentido más trastocado por el epílogo de la narración – con su montaje fotográfico de atrocidades reales – que por los 90 minutos anteriores.

Huelga decir que estamos ante un ejemplo de cine de denuncia. El film, de principio a fin, es una llamada de atención, indignada y dolida, a la política exterior de EEUU y a la enervante acumulación de errores de sus fuerzas armadas. La intención es loable y la película, en sus mejores momentos, logra dar en la diana – Redacted provoca indignación y angustia a partes iguales – pero lo hace, repito, apelando a un sentimiento ya creado en la conciencia del espectador, a priori expuesto a los pecados de guerra que tanto los noticieros como la web han dejado en evidencia. En última instancia, el valor último de este film, no está supeditado a las expectativas creadas por lo que el cine de De Palma fue alguna vez, sino a la necesidad de reinventarse y de seguir creando documentos visuales que incomoden.

En tal sentido, De Palma sigue siendo fiel a sí mismo.