7 de marzo de 2009


Watchmen
Dirigida por Zack Snyder













Hace algún tiempo respondí a un post de mi estimado colega Oscar Salas en su site Salasentral (http://www.oscarsalas.cl/) en el que plasmaba sus aprehensiones sobre la potencial calidad de Watchmen como adaptación de una obra supuestamente infilmable y por extensión, su valor como cine por sí misma. Permítanme aquí reproducir mi comentario al respecto, publicado en aquel momento en su web, para hacerles ver mi propia visión del tema:


“Atinadas palabras, estimado, puesto que corporizan, diría yo, los temores de todos los admiradores de Moore en general y de Watchmen en particular. Y esto, independiente de la polémica sobre el uso excesivo de la camara lenta. En su momento, defendí la manía visual de Snyder por el ralentí, porque me pareció estilísticamente apropiado a una cinta como 300, donde lo que valía era - practicamente - la cinética por la cinetica misma. Reducida al absurdo, después de todo, 300 es (como el cómic que la inspira) un sobredimensionado poema viril en imágenes. Dentro de ese ámbito, su estilo visual era del todo coherente. Watchmen es obviamente un animal completamente distinto, uno que requiere un enfoque y una aproximación, en términos de adaptación, muy distinta y mucho más sutil. No tengo duda alguna que la película será un espectáculo visual innegablemente atractivo. Pero como bien apuntas, en este caso la estética no lo es todo y la película tendrá, por necesidad, que entregar algo más para no quedarse en mera delicia visual.

Aquí es donde la cosa se pone peliaguda.

Por una parte, ¿Será Snyder capaz de trasladar, si no toda la complejidad temática de Watchmen, por lo menos su legitima esencia? Yo lo veo muy dificil. Creo firmemente que la película será un excelente producto de entretención adulta y hasta cierto punto, sofisticada. Pero apenas un pálido reflejo de la novela. Seamos sinceros, ¿Cuantas veces han filmado I Am Legend, pretendiendo hacerlo de forma definitiva y cuantas veces han fracasado en el intento? Watchmen es un artefacto demasiado complejo como para querer reducirlo a una película ( cualquiera sea su metraje). Y como el mismo Moore ha apuntado más de una vez, no sólo con respecto a esta novela sino al resto de sus escritos también, las suyas son obras que funcionan únicamente dentro del contexto para el que fueron creadas.

Por otro lado, ¿Aceptará el público no enterado una épica de 3 horas donde, si la película es fiel a la novela, gran parte de ese metraje consistirá en una serie de personajes, a los que nunca han visto en su vida, debatiendo entre sí para evitar el fin del mundo? (con énfasis en la palabra “debatiendo” sobre, por ejemplo, “combatiendo”). Es un panorama complicado que se aclarará únicamente cuando la película salga al eter de la web y comiencen a llegar las primeras reviews de gente especializada y de confianza entre los aficionados. En lo que a mí respecta, repito, estoy seguro que la película será un tremendo espectáculo, no estará falta de ideas y soluciones de adaptación interesantes (y polémicas), pero no será en ningún caso la novela perfectamente trasladada a la pantalla. Eso, me temo, es casi tarea imposible. Aunque comparto tu sentimiento. Espero poder tragarme mis palabras…”

Y, bien, se preguntaran, ¿ te las has podido tragar? Pues, en parte sí. Pero mayormente no. Con un margen amplio, me mantengo en mis primeras impresiones previas al estreno. Una impresión, me temo, generalizada a esta altura entre los amantes del comic y los cinéfilos ¿A la larga, es esto bueno o malo para Watchmen, la película que ahora podemos ver en cines? Eso está por verse, puesto que ya se anuncia un director's cut para un futuro cercano que seguramente enrarecerá aún más el cargado ambiente alrededor de este montaje actual. Aunque esa es otra lata de gusanos, de momento. Mi opinión de Watchmen ahora mismo es muy favorable, pero no exultante. Estoy gratamente impresionado, si bien soy muy consciente – ¿cómo no estarlo? - de sus muchos, pequeños y molestos detalles que la dejan corta en su aliento dramático y bastantes peldaños más abajo del podio de tremenda película que pudo haber sido. En todo caso, debo admitir de entrada que mis objeciones a esta adaptación, no menos sentidas que las del resto del fandom, sí están más dadas a la mesura. Y esto es así por que prefiero afrontar Watchmen primeramente como cine y después como adaptación de un texto de connotaciones legendarias y poseedora, debido a esto, de un aura de fervor cuasi religioso entre los fans - para bien o para mal - que hacen de cualquier atisbo de desvío con el dogma de su verbo, un acto de herejía. Lógicamente, cuando se acomete un proyecto como este – uno que toca un punto nervioso especialmente sensible en el fandom comiquero y en aquellos benditos que disfrutan de un texto bien escrito, sin importar de donde venga – es inevitable que se levante una polvoreda de comentarios contradictorios, pulsaciones intelectuales recalcitrantes y más básicamente, pura e irracional mala leche que enturbia un poco o mucho la visión objetiva (en cualquier caso, un esfuerzo crítico considerable, con o sin polvareda) a la hora de hacer un juicio definitivo. No ayuda en nada, por supuesto, que uno mismo sea un entregado admirador del texto en cuestión, como es mi particular caso.

Implica esto que hemos de ser lo suficientemente abiertos de mente para aceptar, desde un principio, que esto es la adaptación de un texto literario y como tal condenada a perder parte de su brillantez en la traslación. Permítanme repetir el concepto, a riesgo de ser majadero. Watchmen es una adaptación cinematográfica de un brillante, complejo y en alto grado inmanejable texto, ajeno al medio. El peor criterio de aproximación a una adaptación de estas características, tomando en cuenta su bizantino caleidoscopio narrativo, es esperar una traslación a la pantalla, página por página, panel a panel, palabra a palabra del comic. Y digo esto sabiendo que la película hace abundante uso de esa muletilla, un escenario dificilmente inédito en las adaptaciones de comic al cine y, por tanto, comprensible de cara a mantener la identificación del fan con los materiales que las inspiran. Lo curioso es que en las ocasiones en que Snyder intenta hacer de Watchmen un tableau vivant del comic (no incluyo aquí los títulos de crédito, un tour de force maravilloso y autoconcluyente) la película automaticamente deja de funcionar como cine. Cada vez que uno se encuentra con un panel transmutado en imagen viva, el momento icónico no sumerge al espectador en el universo de los personajes, por el contrario, lo saca inmediatamente de él. Idem para los diálogos. Entre más verbatim resultan los diálogos de la película con los del comic – efectivos y profundos como son en la página impresa – dejan de funcionar y suenan terriblemente artificiosos en la boca de los actores (especialmente si estos patinan en su trabajo, como aquí sucede en un par de ocasiones). La lección es clara, es ridículo (casi idiota) pretender tal tipo de traslación para el 100% de la película. Eso no es cine. Es rotoscopia. Es fotocopia. Es calco. Quien quiera eso, Warner está por editar en dvd “Watchmen, the complete motion comic”. Vayan, cómprenlo y disfrútenlo a su libre albedrío, si lo que pretenden es ver el comic en movimiento. Esto, damas y caballeros, es una película y las películas no son libros ni comics. Alguien me dirá que lo contrario también es cierto, y lo es, pero eso no ha impedido en el pasado - ni impedirá en el futuro - que las unas salten al campo de las otras en tanto la mercadotecnia lo estime conveniente. Así que ya ven. Saquen la cabeza de la arena y acepten las cosas como son.

Dicho todo lo anterior - y siendo en todo momento muy consciente de sus limitaciones - la versión corta es que Watchmen es una película muy cercana a lo soberbio y en todo momento admirablemente ambiciosa en su aproximación al género (por que las adaptaciones de comics ya son un género, por sí no lo sabían). Una experiencia visualmente potente y con pasajes sumamente conseguidos en su puesta en escena, logrando traducir en imagenes - con sorprendente efectividad – la original experiencia emocional de leer el comic. Es, sin duda, un espectáculo visual de esos que quitan el aliento, presentado con el debido equilibrio entre una admiración religiosa por el original y el impulso apóstata necesario para decidir que debe quedarse y que se debe suprimir para hacer de la manifiesta e insoluble complejidad narrativa del comic una adaptación legible para el neofito, es decir el grueso del público que va al cine. En ese sentido, se agradece la lealtad de Snyder hacia este espinozo artefacto cultural que es Watchmen – su atención al detalle de fondo es mesmerizante - pero se agradece aún más su atrevimiento a la hora de aportar de su propia cosecha con el fin de hacer de su película un “companion” del comic. Una versión alterna de una realidad alterna. Que estos cambios introducidos funcionen del todo dentro del contexto de la historia es debatible ad infinitum, será tema de eterna y baldía polémica. Algunos de estos cambios son casi invisibles (a no ser que el espectador practique el retentivismo anal), otros destacan penosamente, aunque a la largan son inofensivos, y los últimos, los peores, corren el riesgo de estropear toda la experiencia. Casi lo logran, para algunos. Lo logran del todo, para otros.

Se desprende de lo anterior que la ilusión perpetrada por Snyder, no obstante sus aciertos, no es perfecta. Debido a esto, se hace evidente - antes incluso de llegar a su ecuador - que la película tiene su buen puñado de problemas. No soy, evidentemente, el primero en delatar estos ripios. Casi no hace falta, pues son sumamente evidentes. Tampoco intentaré ponerlos aquí bajo el escrutinio de la lupa crítica ni pretendo extenderme en ellos, pues ya han sido abordados sobradamente en otras vitrinas. Pero tampoco seré el primer necio que ciegamente los niegue pretendiendo ver en la película una impoluta obra maestra. Watchmen tiene sus fallas, algunas garrafales, y están a la vista de todos. ¿Hasta qué grado estos problemas - derivados directamente del trabajo de adaptación con algunos desvíos hacía aspectos técnicos y de dirección - estropearán la experiencia de disfrutar de la película para quienes no comulguen con sus opciones narrativas? Eso es un tema de exclusiva percepción personal y de apertura mental (claro está asumiendo que se haya leído la novela primero; si no es así, el pantano crítico es más traicionero en sus perspectivas). Haciendo un recorrido por el abanico de opiniones surgidas por la web, es fácil comprobar que Watchmen es en tales términos, un experiencia visceral y de tintes ferozmente divisorios. Practicamente no existe el punto medio. Hay quienes la aman irrestrictamente calificándola con premura de obra maestra; otros la detestan por ser una hueca, esquelética representación del texto de Alan Moore, muy lejana a la complejidad de la novela. Los menos, se muestran complacidos de que, como poco, Watchmen siquiera exista como cine, a pesar de sus fallas.

Que sensación más rara me asalta cuando, una vez más, me encuentro entre la minoría de los que defienden lo, aparentemente, indefendible. No soy ningún martir, en todo caso. Ni tengo por que defender mis gustos ante nadie. Existen los que odiarán esta película por siempre, rasgando vestiduras ante su mera mención, por su falta de ambición o por su exceso de pretensiones. Yo me limito a disfrutar de lo que me gusta intuitivamente y de aquello que despierta - a veces de manera poco lógica, lo admito - mi admiración. Es lo que siempre he hecho. Y Watchmen – imperfecta, irregular, artificial e incompleta, pero también bella, tan bella y admirablemente ambiciosa – es una película de la que puedo disfrutar inmensamente sus aciertos y perdonar sus caidas en tanto que, por lo menos, alguien tuvo las pelotas de decir, “yo puedo hacer esto y lo haré” desmintiéndome de paso, al menos en parte, la falacia aquella de lo infilmable. Que el resultado sea (quizás) un gargantuesco fracaso conceptual como película, aunque justificadamente orgullosa en sus no pocos logros, no quita que sea también una producción con considerables agallas en su afán de llevar su propuesta a las últimas consecuencias, flagrantes pecados a cuestas y todo. Incluso me atrevo a aseverar que Watchmen es, como los personajes que pueblan sus angustiadas y sucias calles, un hermoso - e insisto - admirable fracaso debido precisamente a la bella ambición de sus errores. ¿Qué nos queda entonces? Pues lo de siempre. Disfrutar la película por lo que es, dejar de llorar como los niños ante los platos rotos, y luego sentarnos a leer el comic de nuevo, que para eso el cine es cine y la literatura, literatura. Amen por eso.