28 de julio de 2008


X Files: I Want to Believe

Dirigida por Chris Carter



Han pasado 6 años desde que X Files emitiera su último episodio televisivo y 10 desde la anterior aventura cinematográfica de Dana Scully, Fox Mulder y sus enrevesados misterios. Luego de una espera aparentemente interminable, el año pasado se confirmó que un nuevo film sobre la serie estaba en producción y, al igual que otros fans alrededor del mundo, mi cabeza dio una vuelta completa sobre mis hombros. Verán, soy un fan de los X Files. Y si bien no soy capaz de recordar los nombres de los episodios en el orden que fueron emitidos ni la temporada a la que pertenecen ni otros datos más oscuros que muchos consideraran evangelio, siempre he tenido un lugar tibio y especial en mi corazón para este par de investigadores de lo desconocido.

Durante aquellos primeros años de los 90, esta producción de Chris Carter me mantuvo en vilo semana a semana gracias a las rocambolescas aventuras de Mulder y Scully y la creciente mitología que iba saliendo a la superficie con sus investigaciones. El fenómeno de los X Files alcanzó en poco tiempo un exito impresionante, que desbordó las expectativas de sus creadores y dejó a sus protagonistas montando la cresta de una ola de popularidad difícilmente repetible. Con cada nueva temporada, los episodios iban a mejor y aquel hilo conductor sobre la amenaza alienígena que parecía engarzar, de una manera u otra, a la serie en su conjunto, resultaba tan deliciosamente paranoico y adictivo que la producción se volvió un referente absoluto de la Sci Fi. Desde entonces, el programa ha sido alzado al podio de lo más grande del género, por unánime decisión de público y crítica.

Fue precisamente en su momento de mayor apogeo que Carter anunció, con bombo y platillo, que las temporadas 5º y 6º de la serie se unirían a traves de un puente cinematográfico. La noticia fue recibida con beneplácito por los fans y los medios. Cuando en 1998 se estrenó X Files: Fight The Future, la película no sólo reafirmó la ya establecida popularidad del programa, sino que abría la posibilidad siempre interesante de crear una saga cinematográfica que expandiera el universo televisivo del show. Como cine, Fight the Future era una película correcta, pero como producto de entretención y escapismo, el film cumplía su función a raja tabla. Cierto es que su mayor debilidad estaba en su dependencia de la serie, por lo que dejaba al público neófito muchas veces en la estacada; condenado a seguir una historia, si bien independiente y disfrutable por sí sola, también altamente constreñida por su fin primero y último: ser el nexo entre dos temporadas televisivas de un show que, probablemente, no habían visto nunca. Pero para el fan de la serie, el film era pura nirvana conspiracionista, 100% fiel a su propio estilo y ejecutada con precisión y gran eficacia técnica.



Fox y Dana, un regreso accidentado, pero reconfortante



Las ultimas 2 temporadas de X Files, afectadas por la reticencia de David Duchovny a seguir interpretando el personaje de Fox Mulder y la aparición de nuevos agentes del FBI (John Doggett y Monica Reyes) para interactuar con la ahora prácticamente solitaria Scully (Gillian Anderson) indicaban que, más pronto que tarde, todo lo bueno tenía que acabar. La fluctuación del centro de gravedad interpretativo - con Dogget y Reyes acaparando el grueso del material dramático - y Mulder y Scully relegados a ser rostros de visita en su propio show, sin duda molestó a los fans. Aunque la serie seguía viento en popa en términos de audiencia y Carter continuaba enredando la madeja argumental hasta extremos francamente gordianos, se hizo cada vez más evidente que el show había alargado su vida más allá de lo pertinente. Nueve temporadas, exitosas y multipremiadas, eran suficientes. El episodio final de esta larguísima saga – “The Truth” – nos dejó, es necesario decirlo, no con un apropiado y contundente final, si no con una desazonante sensación de anti climax, puesto que muchos cabos sueltos colgaban en el aire y la supuesta invasión alienígena pronosticada para el año 2012, quedaba a ojos de los espectadores como un evidente “continuará”.

También hay que admitir que era un final del todo coherente con el estilo de la serie, que siempre rehuyó, en la medida de lo posible, las respuestas claras y los misterios completamente resueltos. Que el episodio se titulase “La Verdad” no era más que una ironía intencionada. Lamentablemente, con el término de la serie y el comprensible agotamiento de sus protagonistas, quienes prefirieron buscar nuevos desafíos interpretativos en otros proyectos, la vertiente cinematográfica que tan prometedora parecía, se sumergió en el olvido. Desde entonces, solo silencio y rumores rápidamente desmentidos; comentarios que dejaban ver algo de luz y otros que se contradecían. Falsas partidas y nuevos comienzos. Casi como un episodio de la serie...

Y ahora, casi surgida de la nada, tan súbita como improbable, tenemos X Files: I Want to Believe.

Exactamente en la misma línea que Fight the Future, I Want to Believe es una propuesta que encantará a los fans más acérrimos de la serie y dejará insatisfecha, si no indiferente, al resto de la humanidad. Es nuevamente 100% fiel al estilo que Carter implantara a la serie en sus años más exitosos, aunque aquí el propósito es claramente intimista, rechazando el espectáculo a gran escala. En contraste con Fight the Future, que era una película cosmopolita y donde muchas cosas importantes sucedían, el nuevo film X apuesta por la contención y una creación de atmósfera donde los personajes, no las situaciones, son los protagonistas. Carter, coguionista y director de esta nueva aventura, ha preferido no pisar territorio virgen y vuelve sobre sus mejores años creativos para darnos este relato, tan efectivo como alambicado, acerca de secuestros, sacerdotes pedófilos visionarios, robo de organos, perros bicéfalos y siniestros cirujanos rusos...

La tesitura en que quedaban los personajes al final de The Truth (Mulder es un fugitivo de la ley, condenado a muerte por un tribunal marcial; Scully es igualmente dejada en un impass comprometido y obligada a dejar a su bebe en adopción. Ambos conocen la fecha de la invasión extraterestre) podía explorarse de muchas maneras y partiendo de esta base, una potencial aventura para cine tenía un sin número de historias para contar. Para bien o para mal, la película escoge hacer ojos ciegos a estas hebras narrativas y se concentra en una historia autoconcluyente, que no hace relación alguna a los temas conspiratorios tan caros a la serie. Todo lo positivo que hacía de X Files lo que era, no obstante, está aquí en cuerpo y alma. El misterio que se nos presenta es lo suficientemente intrigante como para captar del todo nuestra atención y la relación entre Mulder y Scully es el corazón de la historia, siendo ellos los protagonistas absolutos. Los personajes secundarios están poco desarrollados – en especial, los agentes del FBI que llevan el caso – pero eso no es nada nuevo en el universo X Files. La presencia del sacerdote pedófilo, con sus visiones y ojos sangrantes, es uno de esos típicos “plot device” tan característicos de Carter para hacer avanzar el relato. Si bien aquí adquiere un doble propósito dramático como catalizador del cuestionamiento de Fé vs. Ciencia, otro punto fundamental de la serie. La película distribuye estos elementos a lo largo de su metraje concienzudamente, de forma algo estudiada para mi gusto, pero siempre tomando como referencia el complacer a los fans.

La jugada es, a un mismo tiempo, segura y arriesgada. Por una parte, el respeto al formato televisivo hará del film un objeto de aprecio por parte de la platea comprometida. Por otro, alienara a aquella fracción de fans que esperan un film respetuoso con la mitología de la serie, pero que buscan una propuesta que se arriesgue a la hora de incidir en nuevas vertientes narrativas. Es aquí, en el afan de complacer a sus fans, donde Carter y su guionista Frank Spotnitz optan por algunas decisiones desafortunadas que terminan afectando el disfrute del film. Dada la condición de fugitivo de Mulder y la aura de persona non grata de Scully de cara a las autoridades, la manera que Carter elije para sacar ambos personajes de las sombras resulta de lo más ramplón. ¿Una simple llamada telefónica y un “todo está olvidado”? ¿Después de todo lo sucedido entre Mulder y el gobierno a lo largo de la serie? Igualmente, la razón del FBI para pedir la ayuda de Mulder es del todo pedestre. Participar en la búsqueda de una agente secuestrada, es dificilmente la clase de razón que obligaría a una institución federal a hacer la vista gorda con un fugitivo de la notoriedad de Mulder. Sobre todo, si se toma en cuenta la sensible información que maneja con respecto a los trapos sucios del gobierno. Francamente, me sorprendió no ver equipos de agentes buscandole a él.

Siempre es complicado buscar excusas para hechar a andar un relato tan dependiente de un backstory, pero que Carter opte por ignorar los aspectos más peliagudos e incómodos de una mitología que el mismo ha creado, es simple pereza. La peor transgresión, no obstante las anteriores, es la indigna manera con que se saca de encima al bebe de Scully y Mulder. Uno de los momentos determinantes en la vida de estos personajes, tema de peso en un buen puñado de episodios, es reducido aquí, en aras de la economía narrativa, a tres o cuatro miserables líneas de diálogo. Imperdonable. I Want to Believe amortiza estos innecesarios ripios, si no del todo, por lo menos en gran medida, gracias al buen ritmo de su narración y especialmente gracias al trabajo actoral. Una vez que las necesarias (re) introducciones se han hecho y que Carter nos presenta las bases de su relato, estamos en territorio X Files conocido y seguro. Es imposible negar que esta nueva aventura más parece un episodio de larga duración que un film propiamente tal, pero no es algo que le podamos reprochar a Carter, quien durante la primeros 30 minutos de proyección ha puesto sus cartas sobre la mesa y es honesto en no crear falsas expectativas con respecto a la envergadura de lo que nos quiere contar. El film está construido a escala pequeña y son de escala pequeña sus sucesos y consecuencias.

No quiero decir con esto que el guión no esté a la altura de un film sobre los X Files (sobre todo, de uno firmado por su propio creador), pero sin duda es una historia de tono menor que, pasados diez años desde la última incursión en cines de la franquicia, puede parecer una opción equivocada a la hora de querer resucitarla. Además, a pesar de que el film utiliza el scope 2:35, es evidente que Carter no aprovecha todas las posibilidades que el formato permite y se contenta con una puesta en escena mundana, aunque de atmosféra muy conseguida. Como último reproche, hay que hacer notar que la resolución del drama está ejecutado con una prisa muy anticlimática y los villanos de la función resultan especialmente poco inspirados, lo que resta créditos a la efectividad del tercer acto.

A pesar de todo lo anterior, o más bien, precisamente debido a esto, el toque de gracia de este film no viene dado por sus aspectos narrativos, sino por el trabajo actoral de sus protagonistas. Tanto Gillian Anderson como David Duchovny se deslizan en sus respectivos roles con la gracia de los viejos profesionales y es en su sincera entrega al material que encontramos el corazón de esta producción. La química que funcionaba tan bien en sus trabajos televisivos está intacta y no ha hecho más que mejorar con el obligado silencio de sus personajes durante este tiempo. Los dos han madurado profesionalmente y su rango actoral es más sutil y está más fogueado (quien dude de esto no tiene más que ver el estupendo trabajo de Anderson en The House of Mirth o el actual desempeño televisivo de Duchovny en la adictiva y politicamente incorrecta Californication).

Como resultado, la película vibra con ellos en pantalla y las falencias de guión, se subsanan en base a la entrega actoral de ambos. En este sentido, Anderson tiene algunos momentos muy buenos en un subplot que mucha gente a calificado de innecesario pero que, es mi opinión, está en el centro mismo de lo que el film quiere dejar como esencia temática. Esto es la recuperación y el reencuentro de la fé – no sólo religiosa, sino en uno mismo – en los lugares o personas menos probables y a traves de nuestras propias incertidumbres existenciales. Cierto es que Carter, deja poco espacio para esto en el relato y que por ello, este aspecto quede algo diluído en su potencial. Sin embargo, la intención está ahí y es en la conjunción del estupendo trabajo de Anderson y Duchovny que ésta logra salir a la superficie.

X Files: I Want to Believe una buena película de género, en parte traicionada por una puesta en escena demasiado televisiva, aunque estupenda en el trabajo actoral de sus protagonistas. Es una cinta cuyo disfrute crecerá exponencialmente en la medida que uno sea fan de la serie original y cuyo visionado, debo advertir a lo recién llegados, se debe acometer como se acometían antiguamente los deberes escolares. Con algo de disciplina e información previa. En estos tiempos de internet, a cualquiera que desconozca los pormenores de X Files, no le costará más que un par de clicks aprender algo de la abundante mitología de la serie y de los datos precisos para enfrentarse a este nuevo capítulo en la mitología X. Para aquellos que, en menor o mayor medida, siempre hemos estado al píe del cañón, la cinta es absolutamente disfrutable y su visionado es, por que no decirlo, hasta necesario. Un paseo por la avenida de los recuerdos, tal vez, pero uno que Chris Carter ha confeccionado, más allá de algunos errores de ejecución, como una carta de amor a los personajes que creara hace ya quince años y un saludo afectuoso para los fans que la hicieron vivir tanto. Casi podría interpretarse como un “Muchas Gracias” por haber estado ahí...