3 de enero de 2009



Rock'N'Rolla
Dirigida por Guy Ritchie











Bueno, back to bussines for Mr. Ritchie. Tal vez RocknRolla no sea la película que termine de encumbrar a Guy Ritchie al panteón de los maestros o el de la legitimidad artística que tanto parece codiciar. De hecho, tal vez sea más de lo mismo que ya nos había mostrado anteriormente, pero si ese “mismo” está compuesto por ingredientes concebidos y cocinados por un Ritchie en plena forma, entonces es bueno repetir plato de vez en cuando. Como en Lock & Stock y Snatch, Ritchie vuelve sobre lo que parece entusiasmarle más, esto es el mundo criminal de poca monta que, por esos enrevesados designios del destino de los que tanto le gusta aprovecharse, siempre terminan metiéndose en camisa de once varas. En este caso, la compota está hecha de un valioso cuadro, propiedad de un millonario ruso, un mafioso londinense de alto vuelo y su malogrado hijastro rockero, los ex managers de este último, unos ladrones de poca monta que se hacen llamar The Wild Bunch y una sexy contable con un malsano gusto por las emociones fuertes y el dinero sucio.

¿Me olvido de alguien? Probablemente. Como en otras películas de este británico, los personajes fluyen como peces en el agua. Algunos son grandes, otros pequeños. Algunos se quedan toda la película, otros, apenas saludan, ya desaparecen. En las historias de Ritchie nadie es inocente. Los santos no existen y el honor entre ladrones tampoco, pero no por ello, parece decirnos, hemos de rehuir la oportunidad de reírnos a costa de sus, a ratos, cómicamente trágicos infortunios. Aún cuando les veamos estar a punto de ser encarcelados, un pez gordo les juegue sucio, los estén moliendo a golpes o el destino les juegue más malas pasadas que a un mártir cristiano.

Mucho de eso y más, mucho más sucede en RocknRolla y Ritchie hasta se da el gusto de dejar la historia abierta para una secuela que, pueden estar seguros, estaré dispuesto a ver si llega a concretarse. Los hilos que unen, enfrentan y separan a todas estas figuras criminales, todos ellos convenientemente alambicados y plenos de coincidencias desafortunadas y zancadillas del destino, están también plagados de un humor socarrón y en ocasiones negro, negrísimo. Esta película es una vuelta a las naturales raíces de este director, aunque no significa eso una estanco en su evolución como cineasta o un retroceso en su calidad creativa.

Si, la película es muy similar a sus dos admiradas y exitosas primeras cintas, pero Ritchie es un tipo inteligente y ha madurado, visual y temáticamente. La orquestación de RocknRolla nace de la batuta de un tipo más sofisticado y mucho más consciente de los medios con los que trabaja. Es una película, si se quiere, más refinada. Por más que la historia se regodee en la compañía de tipos de dudosa estofa.

A ver, no es The Godfather ni mucho menos. Sigue siendo una película de Guy Ritchie, con todo lo que eso implica. Los mecanismos narrativos son los mismos, también los tics estilísticos y la estructura de la historia, mas la presentación del material es decididamente afín a la de un cineasta con visos de madurez y mayor control. Todo en RocknRolla está construido con mayor eficacia, mejor fluidez narrativa y un sentido más perfeccionado de lo que significa narrar una historia sin que nunca pierda impulso, la combinación de humor y tragedia no jueguen en contra del equilibrio tonal o el metraje alargue demasiado su estadía como para atosigar a la platea. Tal vez sea menos juguetona y anárquica que sus predecesoras, pero está mucho mejor presentada como cine.

Es derechamente exultante ver a Ritchie volver a lo suyo luego de los pasos en falso que significaron Swep Away y Revolver; la primera una tontería hecha a mayor gloria de su, por entonces, esposa (Madonna) y la segunda una cinta incomprensible, un pelín pretenciosa y que cometía el imperdonable error de desperdiciar a Jason Statham y Ray Liotta y de cuyo visionado todavía no logro recuperarme. Aun no estoy del todo convencido que Ritchie sea la opción adecuada para revivificar la saga de Sherlock Holmes, que actualmente filma con Robert Downey Jr. como el famoso sabueso detectivesco. Pero, luego de esta actual recuperación del brío creativo, siempre queda el beneficio de la duda.

No estoy diciendo que Ritchie sea un “one trick pony”. Sin embargo, si algo sabes hacerlo bien, deberías dedicarte a hacerlo siempre. A Ritchie estas películas de criminales de poca monta le salen resultonas, efectivas y – al menos en una ocasión – memorables. Y los dioses saben que hay más de un cineasta que ha creado carrera y escuela haciendo la misma película, una y otra vez. Nada hay de malo en ello. De momento, RocknRolla es un trabajo que devuelve las esperanzas y las ganas de ver más cine fabricado por este director. Sin duda, me he quedado con ganas de ver la potencial secuela de este film tremendamente entretenido, facturado con la precisa combinación entre la desfachatez estilística de un debutante y la experiencia narrativa de un fogueado.

No es perfecta (en este mundo muy pocas películas son perfectas) pero es una cinta que no defrauda y eso, en mi libro, ya es bastante. En último término, entretiene, sin insultar la inteligencia. Bien mirado, poco más podemos pedirle a una rutinaria noche de sábado en el cine, sin caer en el snobismo.