31 de julio de 2008


The House of Mirth

Dirigida por Terence Davies





Tomaré ventaja del estreno de X Files: I Want to Believe, para recomendarles una cinta que no puede estar más lejos, tanto en temática como ejecución, de la producción de Chris Carter, pero que tiene como punto de contacto el protagonismo de Gillian Anderson.

The House of Mirth es una adaptación bastante fiel de la novela del mismo título y nacida de la pluma de Edith Wharton, renombrada escritora de comienzos del siglo XX. Los textos de Wharton, aclamados por su finura psicológica y el acertado retrato que hace de la alta sociedad norteamericana de su época, han sido adaptados al cine en otras ocasiones. El más reconocido por el público es, con seguridad, el soberbio trabajo que Martin Scorsese desarrollara en la traslación de La Edad de la Inocencia, obra que es perfecta compañía para la película que hoy me ocupa. Los temas que motivaban las mejores obras de Wharton están tratados en ambos films con maestría y sensibilidad.

Los rígidos códigos de conducta morales y sociales, muchas veces mascaradas de una gran hipocresía, por los que se rigen los miembros de estas castas privilegiadas, son la causa de las tribulaciones que acosan a los protagonistas de los trabajos de esta escritora. Dictaminan sus decisiones, coartan sus libertades y constituyen el tribunal en que son juzgadas sus trangresiones. En sus mejores novelas, Wharton nos presenta tanto a personajes como situaciones en una suerte de reveladora radiografía que, poco a poco, nos devela las progresivas capas de pretensiones y apariencias, ambición política y social, juegos de manipulación y subyugo, por los cuales la pretendida realeza americana de aquellos años alzaba o destruía a los suyos.

Ejemplar ejercicio de adaptación, The House of Mirth toma la primera novela que Wharton escribiera sobre la alta sociedad a la que ella misma pertenecía y traves de la sensible dirección de Terence Davies convierte esta producción en un relato trágico acerca de la caida de una de estas damas de alcurnia. La opción de entregar este demandante rol a Gillian Anderson, quien en el momento de la producción de este film sólo era conocida por su trabajo en X Files, no puede calificarse de otra manera que de una desición atrevida. Sin embargo, Anderson dejó a todo el mundo con la boca cerrada, incluyendo a quien esto escribe. Su trabajo es absolutamente impecable y si bien la película es notable en su conjunto, es muy cierto que el retrato, a un mismo tiempo orgulloso y dolido, que Anderson hace de su personaje, elevan este film a otro nivel.

Lily Bart es el típico producto de mujer que una sociedad aun victoriana podía entregar. Si bien el relato está ambientado en 1905, los rancios ambientes y el cuidado esplendor de las fortunas del viejo siglo siguen teniendo un lugar preponderante en este naciente siglo XX, dominado por el incipiente industrialismo y la llegada de los nuevos ricos nacidos a su amparo. Lily solo tiene una misión en la vida: casarse. Toda su educación y las presiones sociales la empujan a ello. Y por supuesto, su futuro marido debe ser un hombre de impecable reputación e ilimitados recursos. Por eso, pese a sentirse fuertemente atraida por la figura de un joven abogado, decide no seguir el curso de sus sentimientos y cumplir con lo que se espera de ella. Lily no es un personaje inmaculado. Wharton se cuida mucho de no crear una virgen vestal, sino una mujer compleja, real. Las fallas de su carácter – el gusto por el lujo, la comodidad y el gasto sin medida – son inherentes a su condición de perla de la clase social a la pertenece. Agravadas aún más si cabe por una gran ingenuidad y un obstinado apego a los mismos códigos sociales que terminaran por traicionarla.

Relato trágico por excelencia, todos los movimientos y planes de Lily están condenados al fracaso y su desafortunada incapacidad para maniobrar entre las intrigas que pretenden hundirla – nacidas de los celos que su belleza despiertan en las mujeres de su círculo y los típicos deseos masculinos de posesión – ocupan buena parte de los episodios del film. Lentamente, vemos como la posición privilegiada de la protagonista comienza a diluirse y con cada decisión errada, con el constante empeño de no ceder a las tácticas de sus enemigos, Lily va condenandose a sí misma a una posición insostenible. Ni siquiera el gran amor de su vida puede hacer algo por ayudarla – él mismo vergonzosamente constreñido por la red de obligaciones sociales – y es tan sólo en la figura de un nuevo rico – un naciente estrato social detestado por la alta clase, pero aceptado por mera conveniencia económica – que a Lily le es ofrecido un sincero intento de ayuda. Por supuesto, Lily lo rechaza. No por no ser capaz de darse cuenta de su propia situación desdichada, si no por la siempre presente regla del pundonor y el orgullo de estirpe.

Por tanto, es esta la crónica amarga del triunfo de una sociedad sofocante por sobre los gritos inutiles de individualismo de sus protagonistas. El destino final de esta relato no es ninguna sorpresa, pero es en la constatación indignante de lo que está dispuesta a hacer una casta social para destruir a quienes se escapan a su molde, donde reside la fascinante atracción de esta historia. El último acto de esta película es apabullante en el insoportable martirio que hace vivir a su protagonista y del que somos incomodos testigos. Para cuando Lily hace una fútil y ultima visita a su amado, toda máscara de orgullo ha caido y el momento de su confesión existencial es de un patetismo desgarrador.

Nuevamente, es necesario recalcar el estupendo trabajo de Gillian Anderson. Sin ella en el rol principal, esta película no sería lo que es. Su trabajo es realmente brillante e iluminador de su verdadera calidad como actriz. El trabajo actoral del reparto que la acompaña es excepcional y destaca entre ellos los rostros de Dan Aykroyd – el comediante protagonista de Ghostbusters da aquí una muestra contundente de sus capacidades dramáticas en un rol de lo más despreciable - , Laura Linney (la falsa esposa en The Truman Show) igualmente despreciable como la principal arquitecta en la caida de Lily y Eric Stolz (The Fly II) como el gran e inaccesible amor de su vida.

No engaño a nadie. The House of Mirth no es una película que apele a la platea descerebrada. Es un relato adulto, de ritmo pausado y cuyos diálogos, exquisitamente escritos, llevan la batuta del drama. Es también una película de gran belleza visual, filmada con elegancia y un impecable sentido de la composición. Si no gustan de las piezas de época o la idea de ver a dos mujeres conversar largamente en un jardin de principios de siglo no les resulta atractiva, entonces, sinceramente, no les puedo recomendar esta película. Si, en cambio, disfrutan con un drama bien escrito, actuado y narrado, independientemente del tiempo en que transcurra, entonces The House of Mirth es una opción extremadamente válida. Si son fans de Gillian Anderson...pues, entonces, es de visionado obligatorio. Ella es el corazón de esta olvidada obra maestra. Vuelvo a repetir, su trabajo en esta cinta es extraordinario.


28 de julio de 2008


X Files: I Want to Believe

Dirigida por Chris Carter



Han pasado 6 años desde que X Files emitiera su último episodio televisivo y 10 desde la anterior aventura cinematográfica de Dana Scully, Fox Mulder y sus enrevesados misterios. Luego de una espera aparentemente interminable, el año pasado se confirmó que un nuevo film sobre la serie estaba en producción y, al igual que otros fans alrededor del mundo, mi cabeza dio una vuelta completa sobre mis hombros. Verán, soy un fan de los X Files. Y si bien no soy capaz de recordar los nombres de los episodios en el orden que fueron emitidos ni la temporada a la que pertenecen ni otros datos más oscuros que muchos consideraran evangelio, siempre he tenido un lugar tibio y especial en mi corazón para este par de investigadores de lo desconocido.

Durante aquellos primeros años de los 90, esta producción de Chris Carter me mantuvo en vilo semana a semana gracias a las rocambolescas aventuras de Mulder y Scully y la creciente mitología que iba saliendo a la superficie con sus investigaciones. El fenómeno de los X Files alcanzó en poco tiempo un exito impresionante, que desbordó las expectativas de sus creadores y dejó a sus protagonistas montando la cresta de una ola de popularidad difícilmente repetible. Con cada nueva temporada, los episodios iban a mejor y aquel hilo conductor sobre la amenaza alienígena que parecía engarzar, de una manera u otra, a la serie en su conjunto, resultaba tan deliciosamente paranoico y adictivo que la producción se volvió un referente absoluto de la Sci Fi. Desde entonces, el programa ha sido alzado al podio de lo más grande del género, por unánime decisión de público y crítica.

Fue precisamente en su momento de mayor apogeo que Carter anunció, con bombo y platillo, que las temporadas 5º y 6º de la serie se unirían a traves de un puente cinematográfico. La noticia fue recibida con beneplácito por los fans y los medios. Cuando en 1998 se estrenó X Files: Fight The Future, la película no sólo reafirmó la ya establecida popularidad del programa, sino que abría la posibilidad siempre interesante de crear una saga cinematográfica que expandiera el universo televisivo del show. Como cine, Fight the Future era una película correcta, pero como producto de entretención y escapismo, el film cumplía su función a raja tabla. Cierto es que su mayor debilidad estaba en su dependencia de la serie, por lo que dejaba al público neófito muchas veces en la estacada; condenado a seguir una historia, si bien independiente y disfrutable por sí sola, también altamente constreñida por su fin primero y último: ser el nexo entre dos temporadas televisivas de un show que, probablemente, no habían visto nunca. Pero para el fan de la serie, el film era pura nirvana conspiracionista, 100% fiel a su propio estilo y ejecutada con precisión y gran eficacia técnica.



Fox y Dana, un regreso accidentado, pero reconfortante



Las ultimas 2 temporadas de X Files, afectadas por la reticencia de David Duchovny a seguir interpretando el personaje de Fox Mulder y la aparición de nuevos agentes del FBI (John Doggett y Monica Reyes) para interactuar con la ahora prácticamente solitaria Scully (Gillian Anderson) indicaban que, más pronto que tarde, todo lo bueno tenía que acabar. La fluctuación del centro de gravedad interpretativo - con Dogget y Reyes acaparando el grueso del material dramático - y Mulder y Scully relegados a ser rostros de visita en su propio show, sin duda molestó a los fans. Aunque la serie seguía viento en popa en términos de audiencia y Carter continuaba enredando la madeja argumental hasta extremos francamente gordianos, se hizo cada vez más evidente que el show había alargado su vida más allá de lo pertinente. Nueve temporadas, exitosas y multipremiadas, eran suficientes. El episodio final de esta larguísima saga – “The Truth” – nos dejó, es necesario decirlo, no con un apropiado y contundente final, si no con una desazonante sensación de anti climax, puesto que muchos cabos sueltos colgaban en el aire y la supuesta invasión alienígena pronosticada para el año 2012, quedaba a ojos de los espectadores como un evidente “continuará”.

También hay que admitir que era un final del todo coherente con el estilo de la serie, que siempre rehuyó, en la medida de lo posible, las respuestas claras y los misterios completamente resueltos. Que el episodio se titulase “La Verdad” no era más que una ironía intencionada. Lamentablemente, con el término de la serie y el comprensible agotamiento de sus protagonistas, quienes prefirieron buscar nuevos desafíos interpretativos en otros proyectos, la vertiente cinematográfica que tan prometedora parecía, se sumergió en el olvido. Desde entonces, solo silencio y rumores rápidamente desmentidos; comentarios que dejaban ver algo de luz y otros que se contradecían. Falsas partidas y nuevos comienzos. Casi como un episodio de la serie...

Y ahora, casi surgida de la nada, tan súbita como improbable, tenemos X Files: I Want to Believe.

Exactamente en la misma línea que Fight the Future, I Want to Believe es una propuesta que encantará a los fans más acérrimos de la serie y dejará insatisfecha, si no indiferente, al resto de la humanidad. Es nuevamente 100% fiel al estilo que Carter implantara a la serie en sus años más exitosos, aunque aquí el propósito es claramente intimista, rechazando el espectáculo a gran escala. En contraste con Fight the Future, que era una película cosmopolita y donde muchas cosas importantes sucedían, el nuevo film X apuesta por la contención y una creación de atmósfera donde los personajes, no las situaciones, son los protagonistas. Carter, coguionista y director de esta nueva aventura, ha preferido no pisar territorio virgen y vuelve sobre sus mejores años creativos para darnos este relato, tan efectivo como alambicado, acerca de secuestros, sacerdotes pedófilos visionarios, robo de organos, perros bicéfalos y siniestros cirujanos rusos...

La tesitura en que quedaban los personajes al final de The Truth (Mulder es un fugitivo de la ley, condenado a muerte por un tribunal marcial; Scully es igualmente dejada en un impass comprometido y obligada a dejar a su bebe en adopción. Ambos conocen la fecha de la invasión extraterestre) podía explorarse de muchas maneras y partiendo de esta base, una potencial aventura para cine tenía un sin número de historias para contar. Para bien o para mal, la película escoge hacer ojos ciegos a estas hebras narrativas y se concentra en una historia autoconcluyente, que no hace relación alguna a los temas conspiratorios tan caros a la serie. Todo lo positivo que hacía de X Files lo que era, no obstante, está aquí en cuerpo y alma. El misterio que se nos presenta es lo suficientemente intrigante como para captar del todo nuestra atención y la relación entre Mulder y Scully es el corazón de la historia, siendo ellos los protagonistas absolutos. Los personajes secundarios están poco desarrollados – en especial, los agentes del FBI que llevan el caso – pero eso no es nada nuevo en el universo X Files. La presencia del sacerdote pedófilo, con sus visiones y ojos sangrantes, es uno de esos típicos “plot device” tan característicos de Carter para hacer avanzar el relato. Si bien aquí adquiere un doble propósito dramático como catalizador del cuestionamiento de Fé vs. Ciencia, otro punto fundamental de la serie. La película distribuye estos elementos a lo largo de su metraje concienzudamente, de forma algo estudiada para mi gusto, pero siempre tomando como referencia el complacer a los fans.

La jugada es, a un mismo tiempo, segura y arriesgada. Por una parte, el respeto al formato televisivo hará del film un objeto de aprecio por parte de la platea comprometida. Por otro, alienara a aquella fracción de fans que esperan un film respetuoso con la mitología de la serie, pero que buscan una propuesta que se arriesgue a la hora de incidir en nuevas vertientes narrativas. Es aquí, en el afan de complacer a sus fans, donde Carter y su guionista Frank Spotnitz optan por algunas decisiones desafortunadas que terminan afectando el disfrute del film. Dada la condición de fugitivo de Mulder y la aura de persona non grata de Scully de cara a las autoridades, la manera que Carter elije para sacar ambos personajes de las sombras resulta de lo más ramplón. ¿Una simple llamada telefónica y un “todo está olvidado”? ¿Después de todo lo sucedido entre Mulder y el gobierno a lo largo de la serie? Igualmente, la razón del FBI para pedir la ayuda de Mulder es del todo pedestre. Participar en la búsqueda de una agente secuestrada, es dificilmente la clase de razón que obligaría a una institución federal a hacer la vista gorda con un fugitivo de la notoriedad de Mulder. Sobre todo, si se toma en cuenta la sensible información que maneja con respecto a los trapos sucios del gobierno. Francamente, me sorprendió no ver equipos de agentes buscandole a él.

Siempre es complicado buscar excusas para hechar a andar un relato tan dependiente de un backstory, pero que Carter opte por ignorar los aspectos más peliagudos e incómodos de una mitología que el mismo ha creado, es simple pereza. La peor transgresión, no obstante las anteriores, es la indigna manera con que se saca de encima al bebe de Scully y Mulder. Uno de los momentos determinantes en la vida de estos personajes, tema de peso en un buen puñado de episodios, es reducido aquí, en aras de la economía narrativa, a tres o cuatro miserables líneas de diálogo. Imperdonable. I Want to Believe amortiza estos innecesarios ripios, si no del todo, por lo menos en gran medida, gracias al buen ritmo de su narración y especialmente gracias al trabajo actoral. Una vez que las necesarias (re) introducciones se han hecho y que Carter nos presenta las bases de su relato, estamos en territorio X Files conocido y seguro. Es imposible negar que esta nueva aventura más parece un episodio de larga duración que un film propiamente tal, pero no es algo que le podamos reprochar a Carter, quien durante la primeros 30 minutos de proyección ha puesto sus cartas sobre la mesa y es honesto en no crear falsas expectativas con respecto a la envergadura de lo que nos quiere contar. El film está construido a escala pequeña y son de escala pequeña sus sucesos y consecuencias.

No quiero decir con esto que el guión no esté a la altura de un film sobre los X Files (sobre todo, de uno firmado por su propio creador), pero sin duda es una historia de tono menor que, pasados diez años desde la última incursión en cines de la franquicia, puede parecer una opción equivocada a la hora de querer resucitarla. Además, a pesar de que el film utiliza el scope 2:35, es evidente que Carter no aprovecha todas las posibilidades que el formato permite y se contenta con una puesta en escena mundana, aunque de atmosféra muy conseguida. Como último reproche, hay que hacer notar que la resolución del drama está ejecutado con una prisa muy anticlimática y los villanos de la función resultan especialmente poco inspirados, lo que resta créditos a la efectividad del tercer acto.

A pesar de todo lo anterior, o más bien, precisamente debido a esto, el toque de gracia de este film no viene dado por sus aspectos narrativos, sino por el trabajo actoral de sus protagonistas. Tanto Gillian Anderson como David Duchovny se deslizan en sus respectivos roles con la gracia de los viejos profesionales y es en su sincera entrega al material que encontramos el corazón de esta producción. La química que funcionaba tan bien en sus trabajos televisivos está intacta y no ha hecho más que mejorar con el obligado silencio de sus personajes durante este tiempo. Los dos han madurado profesionalmente y su rango actoral es más sutil y está más fogueado (quien dude de esto no tiene más que ver el estupendo trabajo de Anderson en The House of Mirth o el actual desempeño televisivo de Duchovny en la adictiva y politicamente incorrecta Californication).

Como resultado, la película vibra con ellos en pantalla y las falencias de guión, se subsanan en base a la entrega actoral de ambos. En este sentido, Anderson tiene algunos momentos muy buenos en un subplot que mucha gente a calificado de innecesario pero que, es mi opinión, está en el centro mismo de lo que el film quiere dejar como esencia temática. Esto es la recuperación y el reencuentro de la fé – no sólo religiosa, sino en uno mismo – en los lugares o personas menos probables y a traves de nuestras propias incertidumbres existenciales. Cierto es que Carter, deja poco espacio para esto en el relato y que por ello, este aspecto quede algo diluído en su potencial. Sin embargo, la intención está ahí y es en la conjunción del estupendo trabajo de Anderson y Duchovny que ésta logra salir a la superficie.

X Files: I Want to Believe una buena película de género, en parte traicionada por una puesta en escena demasiado televisiva, aunque estupenda en el trabajo actoral de sus protagonistas. Es una cinta cuyo disfrute crecerá exponencialmente en la medida que uno sea fan de la serie original y cuyo visionado, debo advertir a lo recién llegados, se debe acometer como se acometían antiguamente los deberes escolares. Con algo de disciplina e información previa. En estos tiempos de internet, a cualquiera que desconozca los pormenores de X Files, no le costará más que un par de clicks aprender algo de la abundante mitología de la serie y de los datos precisos para enfrentarse a este nuevo capítulo en la mitología X. Para aquellos que, en menor o mayor medida, siempre hemos estado al píe del cañón, la cinta es absolutamente disfrutable y su visionado es, por que no decirlo, hasta necesario. Un paseo por la avenida de los recuerdos, tal vez, pero uno que Chris Carter ha confeccionado, más allá de algunos errores de ejecución, como una carta de amor a los personajes que creara hace ya quince años y un saludo afectuoso para los fans que la hicieron vivir tanto. Casi podría interpretarse como un “Muchas Gracias” por haber estado ahí...





26 de julio de 2008


Get Smart

Dirigida por Peter Segall



Este humilde escriba tiene algo que confesar: no soy un hombre de comedias. En un video club, lo mío no es ir derecho a la estantería del género, buscando la portada más tonta o la cara de Jim Carrey. Es mi naturaleza regocijarme en los aspectos menos iluminados y cuestionables de la esencia humana, por lo que mis opciones de arriendo y/o compra las encuentro en las estanterías de drama, acción y terror. Es en esos apartados donde hallo el combustible que mantiene vivo el fuego de mi pasión por el cine. No es muy común que una comedia logré entusiasmarme, siendo en extremo difícil que un film del género logre mi aprobado.

Dicho esto, no negaré que, de tanto en tanto, algún que otro film sí logre vencer mi reticencia y hasta es posible que me arranque un puñado de carcajadas. Con todo, no sucede a menudo y muy pocas veces he encontrado comedias que pueda considerar buen cine. No en el cine contemporaneo, por lo menos. Mis años de disfrutar indiscriminadamente de la comedia cinematográfica se acabaron nada más dejar de ser veinteañero. De aquellos años y de mi gustos de infancia, conservo un afectuoso cariño por The Three Stooges y The Marx Brothers; Jerry Lewis y Peter Sellers (cuyas obras aun disfruto mucho) y la primera etapa de los hermanos Zucker (Airplane, The Naked Gun, Top Secret). Por supuesto, Woody Allen en su años setenteros... Actualmente, sólo los productos de Judd Apatow (Knocked Up, The 40 Years Old Virgin como director; Superbad, Walk Hard, entre otras, como productor) logran despertar mi lado gracioso; sin mencionar el placer culpable que me proporcionan los films de Adam Sandler, cuyo humor infantil y escatólogico, comprensiblemente, apesta a muchos, pero a mi me hacen reir como un tonto.

Un caso aparte, entre todos estos nombres, es Mel Brooks. Ah, que sería del mundo sin Mel Brooks, cuya larga filmografia puede que sea altamente irregular pero también está jalonada de films desternillantes y politicamente incorrectos. De la mente del hombre que definió a David Lynch como “un James Stewart recién llegado de Marte” (la faceta de Brooks como productor no es muy valorada, pero gracias a su intervención, Lynch dirigió The Elephant Man y más tarde pondría el dinero para The Fly de David Croneneberg) han salido joyas inimitables como The Producers, Blazzing Saddles, Young Frankenstein, Silent Movie, History of the World y muchas otras. La carrera profesional de Brooks es larga y fructifera, comenzando por su trabajo televisivo en los años sesenta donde se destacó por crear un recordado show llamado Get Smart.

Get Smart, estrenada en 1965 por la cadena NBC en E.E.U.U., tomaba las premisas básicas de las cintas de espionaje – incluyendo, claro está, a James Bond - y las ponía patas arriba con gran efectividad y altas cuotas de sublime tontería. Así, las aventuras de los efectivos de Control - Maxwell Smart, la agente 99, el Jefe - y su eterna lucha contra Kaos y sus esbirros (Siegfried y Starker) deleitaron a la platea televisiva por cinco temporadas con su deliciosa parodia de la CIA, la KGB y las inevitables referencias a la Guerra Fría. Luego que el show salió del aire, ha disfrutado por largos años de mucho éxito como producto de reposición (vale decir, como refrito para llenar horario) a lo largo y ancho del mundo. En 1980, la serie fue llevada al cine por primera vez bajo el título “The Nude Bomb”, aunque la respuesta del público y la crítica fue negativa. Las aventuras de Smart volvieron a la pantalla en un telefilm de 1989 (Get Smart, Again) y en el 1995, justo cuando se cumplían 25 años desde su cancelación, se lanzó una segunda serie sobre Smart. Lamentablemente, los cambios hechos a la fórmula clásica fueron drásticos y muy mal recibidos (incluían a Smart como jefe de Control, siendo su hijo quien llevaba el peso protagonista como agente de campo). El proyecto fracasó tan estrepitosamente que sólo se llegaron a emitir 7 episodios. Lo que nos trae a la presente versión de Get Smart.

La nueva versión cinematográfica del show televisivo sigue el mismo patrón de homenaje/reinvención de otros projectos de este tipo, como Dukes of Hazzard o Starky and Hutch, por lo que no resulta para nada original ni su postura frente al material que adapta ni la forma en que desarrolla la historia. La idea es tomar aquellos elementos que caracterizaban a la serie (y por los que el público la recuerda) y ponerlos en un contexto contemporáneo, muchas veces modificando detalles; a veces eliminando o agregando otros. Todo esto en función de hacer el producto lo más asequible al espectador promedio. Muchas veces este proceso destruye lo que intenta adaptar (Lost in Space), lo desfigura del todo (Mission: Impossible) o lo idiotiza (Starky & Hutch). Get Smart escapa de estas tres categorías y cae en una completamente nueva: no saber que quiere ser.

El trabajo de Peter Segal es, por lo general, eficiente en esta producción, puesto que no es un advenedizo en el género (es un colaborador habitual de Adam Sandler y firmó la que considero su mejor comedia, 50 First Dates) pero aquí comete el error de no definir bien el curso de su película. Por esto, el film termina siendo un híbrido entre una comedia y una cinta de acción, con ambas facetas intentando ganar protagonismo. El humor es eficiente, aunque está lejos de ser memorable, y no alcanza en ningún momento la depurada combinación de estupidez y parodia que caracterizaba a la serie de televisión (los intentos de aplicar sus gags más reconocibles resultan, a ratos, forzados). En cuanto a la acción, está bien filmada y coreografiada, con momentos tan bien logrados que ya los quisieramos ver en una cinta de acción hecha y derecha. Es más, el guión está diseñado para hacer de la acción el atractivo principal de la cinta. Como espectáculo sin duda es excitante ver saltar a la gente de aviones sin el necesario paracaidas y huir de edificios que explotan. El problema es que Get Smart toma su inspiración de una comedia que nunca tuvo la acción como elemento principal y cuyo fuerte estaba en los diálogos y las situaciones absurdas.

La union de acción y humor puede funcionar muy bien, siempre y cuando el guión este bien estructurado y compense adecuadamente una cosa con la otra (como ejemplo sublime, se me viene a la memoria la reciente Hot Fuzz de Edgar Wright). Casi puedo ver al comité creativo de Get Smart llegando a la conclusión de que no les llegaba el material de humor para sostener todo el film y, subitamente, decidir que llenarían el correspondiente espacio vació con acción. “Si no los hacemos reir todo el metraje, por lo menos los confundiremos con ruido y pirotecnia, para que no se den cuenta...”

Además, nada más comenzar, la película comete un terrible error de tono y lógica que es del todo inepto. La cinta nos presenta a Smart como el Smart que conocimos en la serie, salvo por el hecho de que aún no es agente de campo, sino analista de Control. No es el hijo, ni el nieto, ni el clon del Max televisivo. Sin embargo, nada más entrar a las oficinas de Control, ubicadas en los subterraneos de lo que parece ser un museo gubernamental, lo primero que vemos es una exposición de la ilustre historia pasada de la agencia. Y qué es lo que encontramos allí expuestos? Nada más ni menos que el coche y el traje que usaba y vestía Don Adams en la serie de televisión. Con un mínimo de lógica, la explicación más normal a asumir es que, dentro del universo de la película, Maxwell Smart existió y que vivió en un pasado indeterminado. En ese caso, ¿quien es este Maxwell Smart que nos presentan ahora? Ahhh, el guión no se toma la molestia de contestarnos esa simple pregunta. Tal vez el exigente soy yo, pero no me parece que un poquito de consistencia sea pedir demasiado. Y sé que es una comedia, pero – por favor – algo de respeto con la platea, que no somos tontos. Para más inri, el Max contemporaneo usa el coche y el traje en el climax de la película...

Dejando de lado el mal trago de esa secuencia inicial, la película transcurre con la liviandad de toda comedia veraniega. La trama es una mera excusa para poner en marcha la máquina de torpezas que es Max y dejar al estimable Steve Carrell ganarse al público con su habitual simpatía. De hecho, es la presencia de Carrell – actor polivalente que puede tanto hacer el ridículo más hilarante en sus comedias (“The 40 years old virgin” es una de las pocas comedias actuales que puedo recomendar de corazón) como entregar actuaciones contenidas y de gran humanidad en dramas como Little Miss Sunshine – y su innegable talento es lo que, en buena medida, salvan a este film de la quema. El reparto que trabaja junto a Carrell también aporta lo suyo con una Anne Hathaway de lo más sexy, Dwayne Johnson (a.k.a. The Rock) pasándoselo muy bien en un rol secundario y el siempre excelente Alan Arkin – compañero de reparto de Carell en Little Miss Sunshine – como el Jefe. La sorpresiva presencia de Terence Stamp como el villano de la función y un breve rol de James Cann como el presidente de los Estados Unidos (con alusión tontorrona a Bush incluida, por supuesto) cierran el ecléctico reparto.

En definitiva, como adaptación de un clásico del humor televisivo, Get Smart está por debajo de las expectativas, llevando la premisa original, por via de la modernización, a sendas que no son las suyas. Estamos ante una cinta de verano típica, liviana, inofensiva y medianamente olvidable, sin llegar a ser ramplona. Tiene momentos rescatables, se deja disfrutar si tus niveles de exigencia están somnolientos, pero no es un film que vaya a dejar una huella duradera en el género de la comedia.





24 de julio de 2008




The Mist

Dirigida por Frank Darabont







Cualquiera pensaría que luego de ganarse el reconocimiento de la crítica y el público gracias a sus dos adaptaciones de relatos de Stephen King, Shawshank Redemption y The Green Mile, Frank Darabont escogería su siguiente proyecto pensando en proteger su bien ganado prestigio. Después de todo, aquellos filmes eran dramas humanistas, cargados de sentimiento y una visión optimista del ser humano, aunque no exentos de sus cuotas de tristeza y tragedia. Lo mismo que su tercer largometraje, The Majestic, un fracaso comercial que ni la presencia de Jim Carrey logró salvar, pero que no por ello dejaba de ser un buen y estimable film, del todo coherente con sus anteriores trabajos.

Pero he aquí una decisión con agallas. Darabont escogió el camino dificil y se ha arriesgado con una pequeña película de terror y de clara inspiración en la SciFi de serie B de los años 50. Su desición podría parecer antojadiza, pero una mirada atrás a la carrera de este cineasta nos dará la adecuada perspectiva. Y es que Darabont comenzó su vida profesional como guionista antes de pasar a la dirección y sus primeros créditos los logró aportando su pluma a producciones de terror como The Blob, la tercera entrega de la saga de Freddy Krueger (Dream Warriors) y The Fly II. En el apartado televisivo, realizó guiones para la series Tales from the Crypt y The Young Indiana Jones Chronicles (el guión de la última entrega cinematografica del estimado Dr. Jones se escribió en base a un borrador suyo, muy superior, que Lucas en su momento rechazó). Como pueden ver, Darabont no es un recién llegado al género y, de hecho, en su vida personal, es tambíén un fan del fantástico (amen de sentir una gran pasión por el cine clásico de Holywood en general). Un último dato, unas de las primeras obras de Darabont como director fue un cortometraje titulado “The Woman in the Room” y era una adaptación de...sí, Stephen King. A King le gustó tanto aquel corto que le cedió a Darabont los derechos para filmar Shawshank (tuve oportunidad de ver este trabajo años atrás. Está muy conseguido para haber sido filmado prácticamente sin presupuesto alguno).

Les sorprendera, entonces, si les digo que esta película está basada en una novelette de King?

The Mist comienza mostrándonos al personaje de David, un artista gráfico que trabaja realizando afiches de cine (geek alert: en esta breve escena podemos ver el afiche para The Thing de John Carpenter; el cuadro en el que trabaja David retrata al Gunslinger, protagonista de la saga literaria The Dark Tower escrita por...ya saben quien; los cuadros que vemos en pantalla son obras de Drew Struzan, famosísimo artista autor de innumerables piezas de arte para cine). Debido a la fuerte tormenta que ha caido la noche anterior, que ha creado graves destrozos, David parte hacia el pueblo a buscar algunos materiales. Lleva consigo a su hijo y a su vecino, cuyo vehículo ha sido destruido por un arbol caído. Bajando de las montañas, una insolita niebla se acerca.

A poco de llegar al supermercado local, atiborrado de gente, David y su hijo ven como un hombre, desesperado y sangrante, entra a la tienda y advierte a gritos que nadie salga, que hay algo en la niebla. Encerrados en el supermercado, sin saber el por qué de la situación o que sucede en el mundo exterior, pronto se verán asediados por la impenetrable niebla y las horrendas criaturas que se ocultan en ella (diseñadas en base a bocetos de Bernie Wrightson, leyenda viviente de la ilustración y los cómics). Lo tenso y agotador de la situación hará que la gente se divida en facciones, que la agresividad y la mentalidad de masa tome las riendas y que el insidioso fanatismo de la Sra. Carmody, una beata sedienta de atención, afecte a los sobrevivientes hasta extremos perturbadores. Las pocas personas aliadas con el mesurado y racional David, deberán elegir entre plegarse a la locura religiosa que se ha apoderado de los demás o intentar salir al exterior y enfrentarse a lo desconocido.

Quienes hayan leído el relato original podrán comprobar que la película mantiene una gran fidelidad con el texto. El tono y la atmósfera que King creara en la página, están reflejados y aumentados por Darabont con sumo cuidado. Las modificaciones con respecto a la novelette están aplicadas atinadamente y es muestra del innegable talento del director en su faceta de guionista que estos cambios no van en detrimento del producto final, sino que, por el contrario, lo potencian. Su característico cariño por los clasicos estilos narrativos del hollywood de antaño son notorios, pues la cinta se nos narra con una admirable simpleza expositiva y su construcción del suspense, el manejo del shock, la presentación de las criaturas surgidas de la niebla, el montaje, todo apela a un estilo narrativo típico de los años ´50. Su puesta en escena está a contracorriente de lo que el terror contemporaneo nos tiene (mal) acostumbrados, dando tiempo al espectador para absorber lo que se cuenta y, sobre todo, disfrutar del trabajo actoral.

Uno de los aspectos más cuidados en la filmografía de Darabont es su capacidad para extraer impecables actuaciones de su elencos. En este caso, es imposible no destacar a Marcia Gay Harden, un talento infravalorado a la que pudimos ver en Mistic River. Su retrato de la trastocada Sra. Carmody es de antología y habla muy bien de su calidad como actriz que sintamos una sincera oleada de alivio cuando su personaje recibe su merecido en el que es uno de los momentos más aterradores de la película. Por cierto, también habla muy bien de Darabont, quien monta aquí una secuencia de tensión casi insoportable sin ningún monstruo creado por CGI en pantalla. Thomas Jane, como David, es otro actor injustamente subvalorado, que aquí tiene algunos momentos de actuación muy intensos y logrados. Jane es un actor a considerar y que debería tener mejores oportunidades de lucirse (para una muestra de su verdadero potencial está esta película y Stander, cinta policial basada en la vida de un famoso criminal sudafricano). En general, el elenco completo es muy solido en su trabajo y no hay un actor que este fuera de su lugar. A notar que muchos de los rostros periféricos que acompañan a los protagonistas, son interpretes de reparto que han aparecido en otros filmes de este director.

Resulta del todo evidente en este film, que Darabont ha dado rienda suelta a su faceta más oscura y pesimista. Su retrato de la sociedad como incubadora de violencias latentes y de la fragilidad del tejido social, expuesto a diluirse con alarmante rapidez bajo situaciones extremas, es de lo más desesperanzador que ha salido de Hollywood en mucho tiempo. Y como suele suceder en el mejor SciFi, al final del día el verdadero monstruo que acecha en la oscuridad es el propio ser humano. Nada nuevo, es cierto. Pero, en las hábiles manos de este director, cualquier vieja metáfora cobra renovada fuerza. Es por eso que los detalles y las explicaciones finales que arrojan luz sobre el origen de la niebla y las criaturas, carecen de mayor importancia (si bien, están en completa concordancia al homenaje a la ciencia ficción cincuentera con el que se ha empapado el film). No es lo que interesa. Darabont nos lo deja clarísimo cuando decide terminar su relato no con la opción lógica que cualquier película de este tipo usaría (una arremetida triunfal de la raza humana contra las criaturas, como en los ´50, seguramente liderada por el ejercito).

En cambio, se saca de la manga uno de los finales mas nihilistas, deprimentes y terribles que haya visto nunca en un film. Un puñetazo en el estomago abrumador, del que cuesta sobreponerse. Que el plano final este precisamente desbordado por la presencia del ejercito, pero que, dada las circunstancias, tal presencia resulte completamente inutil es la guinda sobre el pastel. La radical apuesta de Darabont en estos ultimos 5 minutos de proyección, tal vez decepcione a muchos, pero su coherencia temática es tan absoluta que no queda más remedio que quitarse el sombrero. Darabont tiene una filmografía breve e ilustre, admirada y premiada. Es muy probable que en el futuro cree más cine de prestigio, premiado y admirado. Mas, es la bravura de ese final sin compromisos lo que le cimentará su fama de cara a la posteridad, estoy convencido. Tal vez esta película nos haya sido presentada como una obra menor o un acertado ejercicio de género. No se llamen a engaño. En realidad, bajo su patina de terror añejo, The Mist está muy cerca de ser una pequeña obra maestra.





23 de julio de 2008



Redacted
Dirigida por Brian De Palma



En los años 80, Brian De Palma prácticamente no dio paso en falso (salvo por Wise Guys, una cinta estimable, pero menor) comenzando la década con el tour de force que es “Dressed to Kill” - con su fuerte influencia del giallo italiano y la indeleble imagen de un trasvestido Michael Caine – y de ahí en adelante una cuenta de perlas, en la que no hay desperdicio: Blow Out, Scarface, Body Double, The Untouchables y Casualties of War. Aunque De Palma nunca ha estado ajeno a las críticas ácidas y malintencionadas, que lo descalifican como un mero copiador de estilos (de su admiración por Hitchcock, sus películas se nutren desvergonzadamente; también de Antonioni y otros), su cine en esos años poseía ese aliento personal que, inconfundiblemente, identifica al cine de autor. Un cine que, en su caso, provoca sensaciones incómodas; de psicologías traumadas, a ratos dementes. De violencia y actos brutales. Pero, sobre todo, un cine teñido de una sensación de amargura y futilidad existencial que lo hacían tremendamente humano.

Con la llegada de los años 90, la situación cambió. Las películas que se estrenaron bajo su firma se volvieron irregulares, cuando no fallidas. Comenzó la decada con la muy vilipendiada adaptación de La Hoguera de Las Vanidades de Tom Wolfe y acto seguido intentó banamente recuperar su gloria con Raising Cain. El resultado fue una cinta alambicada y demasiado dependiente de sus muestras de maestría técnica. Recuperaría, aunque brevemente, su pulso maestro con Carlito´s Way, un sentido relato de la decadencia de un gangster y su fútil intento de escapar de su destino y que es la mejor cinta que De Palma dirigió en la década pasada. Desde entonces, sólo Mission:Impossible le ha granjeado las mieles del éxito. Y más que nada por su multimillonaria respuesta comercial. Como cine, es un De Palma en piloto automático, subordinado a la gloria de Tom Cruise, quien llevaba las riendas de aquel proyecto. Similar suerte tuvo Snake Eyes, esta vez con Nicolas Cage comiéndose la pantalla. Afortunadamente, este film tenía cierto vigor narrativo y la puesta en escena, como en los mejores años de este director, era deslumbrante en su pirotecnia técnica.

Me avergüenza confesar que luego de sufrir con Mission to Mars, la cinta con que De Palma despedía el siglo pasado, simplemente perdí la fe. Y dejé de ver sus películas... Por eso, cuando Redacted se estrenó, no me tomé la molestia de verla en una sala de cine y he esperado a la edición del dvd para revisar la película.

Se trata de una dramatización/ficcionalización de un suceso real que fue convenientemente encubierto por el ejercito americano mediante la práctica del redacted, es decir, entregar una versión abreviada y manipulada de un suceso, de manera que su conocimiento público no afecte ni la imagen ni las operaciones de su aparato militar. La futil muerte de un compañero de armas sirve de detonante para que un grupo de soldados se tomé una inutil venganza contra una chica iraquí, a la que violan y luego dan muerte junto a toda su familia. Las posteriores tensiones internas dentro del grupo para que el suceso no llegue a oidos de sus superiores y la represalia de los insurgentes que no tarda en llegar supone el grueso del relato. Y, de paso, De Palma pone en evidencia el absurdo callejón sin salida en que se ha convertido la ocupación de Irak.

Los puntos de contacto con Casualties of War – film que el propio De Palma dirigiera en 1989 - son evidentes, siendo la única distinción que estén ambientadas en conflictos bélicos distintos. En ambos casos, vemos comos unos soldados violan a una chica y las posteriores consecuencias que el crimen tiene sobre los personajes. Sin embargo, allí donde Casualties of War era una película técnica y narrativamente pulida, aquí De Palma ha apostado por un estilo de pastiche multimedia para narrar la historia. El resultado es un estilo visual que imita la inmediatez del video domestico y los formatos web. Cuando no estamos con los soldados mediante la cámara de video o el circuito cerrado de televisión de la base militar, vemos en pantalla video feeds “sacados” de internet, tanto de familiares de las tropas americanas – en este caso, la esposa de uno de los personajes - como de las fuerzas insurgentes iraquíes. También se nos presentan reportes televisivos iraquíes en vivo, incluso algunos fragmentos de un supuesto documental francés sobre la presencia estadounidense en Irak. Con este abanico de puntos de vista, se va conformando un mosaico de viñetas mediante los cuales nos vamos enterando de los hechos del caso en cuestión.

Sorprende que De Palma renuncie de manera tan radical a su definido y meticuloso estilo visual para presentarnos este seudo reportaje verité. Mucho tienen que ver, quizá, sus propios puntos de vistas personales sobre el tema, puesto que ha escogido trabajar con un presupuesto limitado, con actores desconocidos y supeditado a un trabajo de cámara en base a aparatos de video HD (el film está financiado por HDNet, un canal de cable) con tal de narrar su historia. En ese sentido, se respeta la opción de De Palma. Pero, estéticamente, le han traicionado las reglas de su propio juego. La puesta en escena de algunas secuencias resulta patentemente falsa. Las cortinillas de transición de la cámara de video muchas veces estropean la tensión dramática y algunos segmentos se ven perjudicados por las interpretaciones de los actores, que a ratos parecen principiantes de una escuela de teatro. A pesar de que los distintos segmentos están hábilmente intercalados, de manera que el interés del espectador no mengüe, el conjunto adolece de una estructura narrativa más cohesiva. Es una cinta, en definitiva, cuya efectividad viene dada más por aquello que nos recuerda – los verdaderas grabaciones de video disponibles en internet, la furtiva postura de la maquinaria militar y política estadounidense – que por sus intrínsecas cualidades como cine. No deja de ser significativo que me haya sentido más trastocado por el epílogo de la narración – con su montaje fotográfico de atrocidades reales – que por los 90 minutos anteriores.

Huelga decir que estamos ante un ejemplo de cine de denuncia. El film, de principio a fin, es una llamada de atención, indignada y dolida, a la política exterior de EEUU y a la enervante acumulación de errores de sus fuerzas armadas. La intención es loable y la película, en sus mejores momentos, logra dar en la diana – Redacted provoca indignación y angustia a partes iguales – pero lo hace, repito, apelando a un sentimiento ya creado en la conciencia del espectador, a priori expuesto a los pecados de guerra que tanto los noticieros como la web han dejado en evidencia. En última instancia, el valor último de este film, no está supeditado a las expectativas creadas por lo que el cine de De Palma fue alguna vez, sino a la necesidad de reinventarse y de seguir creando documentos visuales que incomoden.

En tal sentido, De Palma sigue siendo fiel a sí mismo.




22 de julio de 2008

Haute Tension

Dirigida por Alexandre Aja



Les suena el nombre Alexandre Aja? Si vieron su remake de “The Hills Have Eyes”, a partir del clásico setentero de Wes Craven, conocen parte de su obra. De todos lo innecesarios remakes de clásicos – y no tan clásicos - contemporáneos del terror que se han perpetrado, el refrito de Aja sobresalía por ser generosamente bestia a la hora de la sangre y las tripas y usar ambos con un desparpajo de lo más admirable. Recuerdo sentarme a ver la película con cero expectativas y hacía la mitad del relato encontrarme repentinamente entusiasmado con todo el asunto. Lo que no es poca cosa, puesto que “Hills...” no es mi película favorita de Craven (para eso está The Serpent and The Rainbow).

El asunto es que el trabajo de Alexandre Aja en “The Hills...” me gustó lo suficiente como para buscar sus otras películas. Su filmografía es sucinta y no he logrado dar con sus primeros 3 trabajos. Sí sabía que Haute Tension, su cuarto film, fue el pasaporte que le permitió saltar a Hollywood (Aja es francés y Haute Tension es una película 100% francesa) y hacerse con las riendas de “The Hills Have Eyes”. Actualmente, está a punto de estrenar “Mirrors” con Kiefer Sutherland.

Y vaya pasaporte. Haute Tension es, si cabe, más bestia que todos los mutantes de “The Hill Have Eyes” juntos y una de las sorpresas más agradables que he tenido comprando una película, basándome exclusivamente en su reputación. No es una cinta que juegue la carta de la originalidad, puesto que se adhiere con maña a los tópicos del slasher film, pero es de todas maneras muy estimulante. Todos los lugares comunes del género están presentes: la fotografía oscura y sucia, el villano repelente, las chicas en peligro, la violencia salvaje, el gore... En lo narrativo, la cinta es muy lineal y económica. Sabemos lo estrictamente necesario de los personajes y sus circunstancias. Se trata de dos chicas que van a pasar el fin de semana a la casa de campo de los padres de una de ellas. A pesar de que son amigas, hay cierta tensión en el aire. Pronto sabremos que hay un amor no correspondido entre una – que es obviamente lesbiana - y la otra, que prefiere hacer caso omiso de ese detalle y tratarla solamente como amiga. Como es típico del género, en un principio todo es de lo más rutinario, pero no pasarán muchas horas antes de que un inesperado visitante convierta la noche en una jornada salvaje y sangrienta. Como ven, nada original.



El amor es el demonio...



Lo que hace a la pelicula inusitadamente atractiva es el brío con que Aja maneja sus recursos y las toneladas de atmósfera, sucia y malsana, que logra imprimir a cada secuencia. Un apartado importante es el diseño de sonido, muy bien trabajado, y que exige un sistema multicanal para sacar el máximo rendimiento al concienzudo uso de los efectos sonoros. Las secuencias al interior de la casa – la chica jugando al gato y al ratón con el asesino, los truculentos detalles sonoros de las mutilaciones “off screen” - cobran una dimensión de pesadilla realmente excelente. Si bien he clasificado Haute Tension como un slasher, también conviene mencionar que posee muchos aspectos del survival horror, tan de moda después de la llegada de Hostel y sus imitaciones (es valido destacar que Aja se anticipa por dos años al film de Eli Roth). Combinando ambas vertientes, Aja elabora un relato que pasa del angustioso acecho casero – con mucho de deuda al Halloween de John Carpenter – a una no menos angustiosa persecución nocturna por una poco recomendable carretera comarcal. En todo momento la tensión es palpable y las salvajadas hemoglobínicas abundan (siendo perpetradas con gran eficacia técnica, por lo demás).

Es en el climax de la persecución donde la película hace un quiebre narrativo que, inexplicablemente a mi parecer, dejó insatisfechos a muchos. Aja se la juega con una historia que pone gran parte de su impacto final en una revelación supuestamente sorpresiva para el espectador. Para algunos, arruinaba por completo el film; para otros, estaba dentro de las reglas del juego del género. Me inclino más por lo segundo. No se trata de un twist tremendamente original ni el guión pretende desinformar al espectador de forma desleal. Las claves son evidentes y están expuestas sin engaños. Una vez considerado el filme como un todo, es una opción lógica.

Independiente de este último punto, Haute Tension es una formidable cinta de terror, con suficientes elementos positivos como para justificar su visionado. Claramente, no es la intención de Alexandre Aja revolucionar el género, sino hacerlo trabajar a su favor, mediante sus clichés más reconocibles, para presentarnos un filme palpitante, tenso, ciertamente sangriento y muy bien facturado.





Doomsday

Dirigida por Neil Marshall


Cuando vi el trailer de este film, no supe que pensar exactamente. Por un lado, Marshall se anotó un tanto importante con The Descent, una de las cintas de género con más mala leche que haya visto en mucho tiempo. Estremecedor e implacable, aquel film de Marshall hacía prever que un nuevo prodigio del cine de terror emergía con fuerza y originalidad del pozo de remakes hipertrofiados y sin propósito que últimamente se están facturando. Sin embargo, su nueva propuesta no ha podido evitar dejarme un poco perplejo. Doomsday es un pastiche de géneros y películas mil veces vistas e imitadas hasta la saciedad. La sombra de Escape from New York, Mad Max: The Road Warrior y todas las malas imitaciones que surgieron a su paso planean con fuerza por la pantalla. Y si a eso le sumamos influencias más recientes como 28 Days Later y Resident Evil podríamos asumir lo peor. No por la abultada mezcla de influencias sino por el potencial overkill de todo el asunto. Y por cierto, overkill es lo que es.

El film no termina de combinar bien todas sus obvias influencias y por ello, resulta más atractivo por el factor de reconocimiento de los elementos que la componen que por lo que el guión pueda ofrecer. El plot es el típico de este tipo de productos: grupo militar debe recuperar la cura para un virus que amenaza con extinguir Inglaterra y para ello deben internarse en la tierra de nadie en que se ha convertido Escocia. Por supuesto, todo vira hacia el desastre con gran rapidez y pronto, el héroe - heroina en este caso - debe salvar el día por sí mismo. Como he dicho, la mezcla no terminar de cuajar - el grupo de nihilistas canibales chirrea que da gusto, la comunidad medieval es un elemento de lo más incongruente, los personajes secundarios están absolutamente desperdiciados - por lo que el producto final es caótico. Y, sin embargo, Marshall maneja el relato con un entusiasmo tan rabioso, un cariño tan sincero por lo originales que homenajea que toda el asunto se convierte en un guiño gigantesco para quien sepa apreciarlo. Es decir, para los que admiramos el cine de serie B (y el Z también).

Muchos dirán que no es homenaje, sino mera copia. No estoy de acuerdo. Toda está en el ojo del observador. Con una cuota de violencia y gore de lo más refrescante, Doomsday es una película imperfecta, por cierto decepcionante si la comparamos con The Descent, pero infecciosamente entretenida.



The Happening

Dirigida por M. Night Shyamalan


Ok, una cosa quiero que quede clara. Amo los primeros 4 filmes de Shyamalan. Y Unbreakable es, a mi parecer, un obra maestra del cine contemporaneo, una película extraordinaria que siempre me deja con la boca abierta. Signs y The Village no están a la misma altura, pero, hey, obras maestras no se sacan de la manga todos los días. Con todo, eran thrillers altamente efectivos y magníficamente filmados. Si bien, la "formula Shyamalan" (patentada desde el exito arrollador de Sixth Sense) mostraba signos de cansancio, ambos relatos estaban lo suficientemente bien estructurados como para evitar la etiqueta de "one trick pony" que muchos quisieron colgarle a Shyamalan por aquellos días.

Y luego, vino Lady in the Water. Oh, boy i did not see that one coming...

Un paso en falso que le puso en la mira de todos los medios escritos de USA que, como lobos al acecho, esperaban que el genio trastabillara, Lady in the water no es una mala película. Es algo mucho peor. Es una película inerte. Pretendía ser una fábula existencial, de complejas ramificaciones. Al final, sólo es lo que es: una fábula pueril - en el peor sentido de la palabra - , mal concebida y ejecutada. Todo el repertorio visual de otros filmes de Shyamalan se transmutaba aquí en ticks forzados, artificiales y hasta pretenciosos. Esto último, un cargo que ha acompañado siempre a este director y el cual por mucho tiempo consideré falso. Me doy cuenta ahora que el estilo de Shyamalan no me había parecido pretencioso por que el material con que trabajaba hasta ese momento estaba a la altura de su estilo. El guión de Lady in the water, simplemente, no lo estaba. En todo este tiempo, no he tenido la fuerza de voluntad para volver a ver la película. Tal vez un futuro visionado me haga reconsiderar mi opinión al respecto. Aunque, francamente, lo dudo. En todo caso, la amarga experiencia de "Lady in the water" hizo que me acercara con trepidación a esta película. Afortunadamente, The Happening es mejor cine que Lady in the water. Desafortunadamente, no por mucho margen. Es de agradecer que Shyamalan explore sendas narrativas más clásicas y, si se quiere, menos grandilocuentes. Hay una notable vocación de bajo perfil a lo largo de todo el film. Casi se podría decir que es una película narrada en susurros, como susurra esa mortífera brisa que peina los prados...

La película tiene momentos muy conseguidos. El primer acto es sumamente prometedor, a todo nivel. Y está narrado con la eficacia de quien sabe a lo que va (la imagen de los trabajadores cayendo del cielo como juguetes rotos es mágnifica e inquietante). Pero una vez que el relato deja a los personajes abandonados en el campo, la narración pierde todo interés y se vuelve terriblemente mecánica. Entiendo a que apuntaba Shyamalan estilísticamente, para citar al poeta: “This is how the world ends; not with a bang, but with a whimper”. Es decir, el fin del mundo, en tono menor. Pero el relato, precisamente por ese factor, pierde garra progresivamente y tan sólo con el episodio de la mujer solitaría en la granja es que el film recupera algo de vigor (episodio del todo desconectado de la narración, pero por lo menos lleno de ese miedo a lo desconocido que hace disfrutable al mejor cine fantástico). Y el climax es completamente inexistente. Un pecado fatal en una cinta de genero fantástico.

Un detalle que vale mencionar es que - si bien, a la larga, la película es decepcionante - por lo menos se deja ver y uno no se siente estafado después de haberlo hecho. Está por debajo del canon de calidad que normalmente esperaríamos de este cineasta, es cierto. Pero es signo de esperanza de que Shyamalan todavía tiene lo que hace falta para crear una nueva obra maestra. Demosle tiempo al tiempo... A propósito, mientras veía la pelicula, me resultó imposible no pensar en el relato de Arthur Machen El Terror. Alguno lo ha léido? Es básicamente la misma historia, pero con animales en vez de plantas. Lectura obligada. Ahí queda eso


Disponible en dvd/bluray


Batman Gotham Knight


Bien, ésta acabo de verla. Estarán al tanto, me imagino, que este es un proyecto de animación de la factoría DC/Warner. El tercero luego de Superman/Doomsday y Justice League: New Frontier. Pendiente de estreno el film sobre Wonder Woman (primavera, 2009) lo que he visto hasta el momento ha sido bien intencionado, pero fallido en el primer caso y sobresaliente, rozando lo notable en el segundo. Como soy, bien lo saben uds. un Batman freak era inevitable que este disco terminara en mis manos. Y ahora que lo he revisado puedo resumirles mis impresiones con la siguiente frase: Animatrix, pero no tan cool.

Se trata de 6 cortos (10 a15 min. app) que exploran distintas facetas de la vida de Batman, en el periodo de tiempo comprendido entre las dos últimos filmes de Christopher Nolan. Están producidos por 4 distintos equipos de animación y algunos de los guiones los firman David Goyer, Greg Rucka, Brian Azzarello y Alan Burnett. Todos ellos nombres conocidos en el universo creativo de Batman. Los estilos son muy dispares, aunque todos están inscritos en el anime y la calidad de cada segmento varía levemente, sin llegar a ser ninguno decididamente excepcional con respecto a los demás. El menos prometedor es el primer corto - have I got a story for you - más que nada por que lidia con un tema que ya se exploró, y de manera mucho más acertada, en Batman: The Animated Series (curiosamente, este episodio en particular está incluido como extra en el disco). Además, el apartado gráfico no me gustó para nada.

De los 5 cortos restantes, mis favoritos son los dos últimos, Working Through Pain y Deadshot. El primero debido a que maneja satisfactoriamente el material más adulto de todos los relatos incluidos y el otro por que es un clásico mano a mano entre héroe y villano, pura acción y dinamismo. Los 3 relatos restantes – Crossfire, Field Test, In Darkness Dwells - están adecuadamente producidos y narrados, pero, como he mencionado antes, no son historias especialmente memorables. No es una compra obligatoria si no eres fan del murcielago, huelga decirlo. Pero, en general, es un proyecto interesante y se deja ver. Su mayor defecto, como todo film compuesto de cortos, es que la narración es necesariamente fracturada y no siempre satisfactoria. Como es de esperar, todos los relatos están reducidos a su mínima expresión y no hay lugar a mayor desarrolllo de personajes o introspección narrativa.

Donde el film deja ligeramente insatisfecho, los extras de este set doble dejan bien saciado. El 2º dvd contiene un par de documentales muy bien montados. Uno sobre la galería de villanos de Batman y el segundo dedicado a Bob Kane, que es de visionado obligatorio. La guinda sobre el pastel son 4 episodios de The Animated Series que vienen como extras y que incluye Legends of the dark knight, famoso y altamente buscado episodio que incluye el segmento animado del Dark Kight de Frank Miller. Una joyita que casi por sí sola justifica esta compra.



Bueno, eso es todo de momento. Un saludo amigos y hasta la proxima.