15 de agosto de 2008


Gangster nº 1

Dirigida por Paul McGuigan




La cinta de hoy es un atípico producto del cine gangsteril británico, que tan de moda se puso tras los fusilazos visuales de Guy Ritchie en “Lock & Stock and Two Smoking Barrels” y “Snatch”. Aquellos filmes colmaron la atención y los focos de tal manera que es muy posible que nunca hayan escuchado de esta película o de su director. La verdad, la carrera de Paul McGuigan es irregular y no resulta inconcebible que Gangster nº 1 sea el fruto de la combinación de factores apropiados en el momento preciso. Su filmografia tiene cinco titulos y tan sólo dos son realmente rescatables. Este film y The Reckoning (2003). ¿Será casualidad que ambos estén protagonizados por Paul Bettany?

La historia comienza con un envejecido Gangster – cuyo nombre y pasado nunca conocemos – un pez gordo del mundo criminal, dueño y señor de su territorio. Disfruta todo lo que eso implica, pero la mención de un simple nombre es suficiente para agriar su complaciente estado de animo. Freddy Mays está libre. Ha cumplido su condena, vuelve al barrio. Gangster no es feliz con esta noticia...

Haciendo un salto en el tiempo, estamos en los años 60. Gangster, recién confirmado como miembro de la banda de Freddie Mays (el interesante David Thewlis, a quien vimos hace algún tiempo como el monje guerrero en Kingdom of Heaven de Ridley Scott), es un criminal joven y ambicioso. Muy ambicioso. Es evidente desde el primer momento que Gangster siente una marcada fascinación por la figura de Mays. En algún momento, podríamos pensar en una obsesión homosexual. En realidad, Gangster está infatuado con la personificación del exito y el poder que Mays representa.

Al principio, Gangster es el lacayo perfecto, siempre dispuesto a mostrar su lealtad, brutalmente eficiente en sus actividades criminales. Secretamente, anhela con insana determinación todo lo Mays posee. Nada más conocer las intimidades de las operaciones de la banda es que Gangster comienza a maquinar su ascenso al liderazgo y a manipular las tensiones entre las bandas criminales para concretar su deseos. Con mayor ahínco todavía se entrega a su plan, luego que Mays conozca a Karen (la exquisita Saffron Burrows), una cantante de bar a la que desprecia por ser capaz de ver a través de su mascarada e intuir su malignidad. Cuando Freddie anuncia que ha decido casarse con ella, un acto de suprema debilidad a ojos de Gangster, las cosas toman un giro definitivo hacia una traición, perfectamente planeada. A consecuencia de ella, Mays es encarcelado y Karen es dada por muerta. Seguidamente, Gangster consolida su posición eliminando al rival más inmediato de la banda (en una secuencia especialmente virulenta en su maníaca violencia) y tomando luego el poder definitivo entre los suyos. El es ahora el gangster nº 1.

Pasados los años, Gangster ha conseguido todo lo que alguna vez deseara con desespero. Y mucho más. Sin embargo, la suya no es una historia concluida. Una inevitable cita con su pasado le espera...

Aunque Gangster nº 1 se enmarca claramente en el campo de las historias del submundo criminal británico, hay factores que la individualizan y la apartan de este subgénero. Para empezar su lenguaje visual es bastante más sosegado y menos dado a las florituras de cámara y montaje que abundan en los films de Ritchie. Aunque está producida al alero de aquellos filmes, su tono es mucho más serio. Posee una estructura de flashback que la hace dramáticamente más potente y, por sobre todo, no es nada superficial en su retrato del criminal que presenta. En vez querer entretenernos con las desventuras de mafiosos ineptos, relativizadas por el componente del humor, está película nos ofrece el retrato, a ratos mortalmente sangriento, de un verdadero monstruo.

Relato psicológico que rápidamente deja en un segundo plano los tópicos del género para indagar en una mente decididamente espeluznante, la crónica de esta violenta carrera hacia el éxito es la excusa narrativa de McGuigan para indagar en el comportamiento del protagonista. Vemos todo desde su punto de vista, constantemente escuchamos su voz interna, contemplamos como se regodea en la malicia de sus actos y en el dolor ajeno. La suya es una absoluta y malsana ambición por el poder, completamente carente de cualquier atisbo de conciencia en el trato hacia quienes le rodean. Todos sus actos están definidos y motivados por este fin. Gangster es una bestia inhumana. Y es de agradecer que la película no haga el más mínimo intento de hacerlo atractivo en su psicopatía o de justificar sus actos con relativismos emocionales.

El personaje de Gangster está construido sobre la base de dos interpretaciones. La inspirada idea de darle el papel del envejecido Gangster a Malcom McDowell es todo un acierto. Aunque su presencia está limitada a las secciones contemporáneas que dan comienzo y resolución al film, su presencia se nos hace palpable gracias a la narración en off que puntea, con su inconfundible voz, los acontecimientos a lo largo del relato. Como es su costumbre, McDowell entrega todo de sí. Su actuación es potente y llena de energia; su registro, inimitable. Su larga experiencia interpretando bastardos altamente cuestionables, da aquí una textura añadida a lo despreciable del personaje.

En el flashback que constituye el grueso del film, el rol de Gangster cae en las manos de Paul Bettany. Y si bien la presencia de McDowell es altamente disfrutable, es la impresionante performance de este intérprete lo que definitivamente coloca a la película en la lista de los visionados obligatorios. En un principio, la evidente diferencia física entre ambos actores descoloca un poco y nos hace difícil aceptar el cambio de uno a otro. Sin embargo, pasado el shock inicial, y gracias al excelso trabajo de ambos, la ilusión se define y la impresión es perfecta. No es de extrañar que la carrera de Bettany, hasta entonces concentrada en el teatro y la televisión, despegara definitivamente luego de este trabajo. La interpretación es tremenda. Su despliegue, controladamente histriónico, es inquietante, intenso y por completo demente. La convicción con que se entrega al personaje es perturbadora. Basta con revisar la secuencia en que observa con mutable actitud (desdeñosa indiferencia, pasando a la burla, luego a una absoluta seriedad, de nuevo a la indeferencia, todo en un parpadeo) como se concreta su traición o el momento en que amenaza a un aterrado lacayo (look into my eyes... look into my fucking eyes¡¡) para comprobar que Bettany es un actor de amplio registro y magnética presencia.

Estudio estremecedor de las obsesiones y paranoias que controlan los actos de un sociópata, Gangster nº 1 es un film extremadamente interesante en la construcción de personajes, pero de complicada digestión debido a lo indefendible de su protagonista. Comprensiblemente, decepcionará a quienes busquen un relato simplista o el escapismo del cine criminal al uso. Quienes puedan ver más allá y no rehuyan su violenta puesta en escena, podrán disfrutar una interpretación de absoluta antología. Más allá de su efectividad como relato gangsteril, que la tiene y no es poca, es por la tremenda calidad de su factor interpretativo que la película se hace del todo revisitable y es merecedora de una debida recuperación.

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